Delegar todo el proceso de Enseñanza/aprendizaje a las Tecnologías de la Información y la Comunicación sin docentes ni escuelas es una exageración. Para que se produzca un proceso de E/A es necesario el rol de un docente para que actúe como diseñador, planificador, guía y evaluador del mismo. Por lo tanto un proceso de aprendizaje sin un docente sería una contradicción dentro del marco de la formación reglada. Además sería un error considerar que con sólo el acceso a la información a partir de las TIC, la herramienta, se produzca obligatoriamente un aprendizaje. Sí concretamos el mito en el marco de la escuela, la sustitución del docente aún se hace más imposible porque está institución educativa tiene el objetivo de formar y a la vez educar, donde intervienen muchas más competencias profesionales aparte de la transmisión de conocimientos.
No obstante podríamos contextualizar el mito en una escuela donde las TIC suplanten la acción de transmisión de la información en la que la mayoría de los docentes han basado gran parte de su enseñanza. Esta situación conllevaría un replanteamiento y un cambio/sustitución tanto del rol del profesorado como de la concepción de la escuela del siglo XX. La situación de equilibrio entre tecnología, metodología y docente daría paso a un nuevo modelo escolar más centrado en el alumno y la construcción de su aprendizaje, en el cual el docente no será el agente principal de transmisión de conocimiento.
Si pensamos en contextos de formación no tan formal como podría ser la formación permanente, las TIC pueden ser una pieza clave basadas en la competencia de “aprender a aprender” con la ayuda de las herramientas colaborativas al alcance en la Red.
Por otro lado, pensar que las TIC son una moda pasajera que no va a influir en el modelo actual de la sociedad y el rol del profesorado es obviar que las TIC ya han modificado nuestra forma de organizarnos. La escuela necesita una educación con y para las TIC para formar ciudadanos que puedan desenvolverse autónomamente en la Sociedad del Conocimiento. Sin un cambio tanto del modelo de escuela como del rol del docente estamos proclamando una educación descontextualizada que no dé respuesta a los nuevos modelos sociales que están surgiendo. Una situación en la que la enseñanza se volverá totalmente ineficaz.
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